Monday, September 30, 2013

¿Status quo o algo mejor?

Desde chiquita he sido muy sensible al sufrimiento de otras personas. Esa sensibilidad junto a una rebeldía innata en contra de fuentes de autoridad, me hicieron crítica de gobiernos y defensora de quienes sufren injusticias.

Recuerdo que cuando mi hermanita pequeña visito mi aula en el nursery -- tendría yo unos 4 años y ella 2 -- yo me quite el cincho y les dije a los demás niños de la clase que si alguien molestaba a mi hermanita yo les iba a pegar! Okay, talvez ese no sea el mejor ejemplo de justicia social pero ciertamente el deseo de abogar por el bienestar de los demás ha seguido reflejándose en mi forma de pensar... y a veces en mis palabras.

Digo “a veces” porque lo cierto es que han habido ocasiones en que me he quedado callada frente la injusticia (aunque estoy trabajando en cambiar eso). Y a la hora de actuar, bueno, esa es una historia diferente. La verdad es que no me ha sido fácil involucrarme en actos que promuevan el cambio social.

Dentro de la universidad a la que asisto en Tennessee existen varios grupos de abogacía y activismo. Y aunque he asistido a las reuniones de algunos grupos, me ha costado involucrarme de lleno. Al inicio fue porque no conocía mucho sobre los temas que se tratan dentro del grupo, y luego porque sentía que eran cosas que no entendía porque no me afectaban directamente.

Fue hasta hace unos dos años que decidí involucrarme de lleno en activismo. Ha sido un proceso lento porque he tenido que vencer muchas de mis inseguridades y aventarme a lugares en los que no conozco ni a las personas ni las dinámicas.

Pero poco a poco he ido desarrollando nuevas amistades y en el proceso he aprendido muchísimo sobre temas de justicia social (principalmente sobre igualdad de género, anti-racismo y justicia laboral). Escuchar las historias de personas distintas a mí me ha sensibilizado al sufrimiento causado por distintos tipos de opresión y el participar dentro de grupos de activistas ha abierto mis ojos a las posibilidades para una sociedad distinta.

Si tú has llegado al punto en el que rechazas el status quo y estás decidido a hacer algo para cambiar la situación, te animo a seguir cuestionando tu realidad, a seguir escuchando las experiencias de otros y a seguir imaginando una Guatemala distinta. Recuerda que no estas solo pues ya habemos muchos que estamos involucrados en el trabajo de liberación colectiva, de justicia social, y te damos la bienvenida al equipo.

Si tú todavía no has decidido si estás a favor del status quo o de algo mejor, te recuerdo que en esta vida no existe la neutralidad. Myles Horton, activista y educador que ha tenido un rol muy importante en la historia de la justicia social en Estados Unidos, deja esto muy claro en su autobiografía:

:: Neutralidad es simplemente otra palabra de aceptación del status quo como ley universal. Tú escoges: o conformarte con cómo están las cosas o rechazar el status quo. De ahí te ves forzado a pensar claramente en lo que tú crees... Pero es imposible estar a favor de algo sin estar en contra de algo. Tienes que aclarar qué es lo que opones, y cuando hayas descifrado eso, tienes que determinar cómo hacer algo al respecto... tienes que encontrar una manera en que tus esfuerzos afecten a las personas.

Te reto a que comiences a definir claramente tu posición en temas de justicia social, como dice Horton, no solamente lo que apoyas sino también lo que opones.

Monday, June 24, 2013

Ser o No Ser Racista

He pasado los últimos 7 años pensando en que al regresar a casa me reuniría finalmente contigo y así compensar por el tiempo que pasamos lejos. Pero tú te fuiste inesperadamente y yo me quedé abrazando tu ausencia.





Ésta es la tercera nota que escribo sobre el racismo porque el crecer dentro de una sociedad racista, como escribí anteriormente, tuvo un efecto negativo sobre mi percepción de la realidad guatemalteca y a la vez limitó mi relación con otros guatemaltecos.

Por 20 años Carlota vivió en la casa de mi familia: nos cuidó y nos consintió, y lloró y se rió junto a nosotros (de hecho su risa, fuerte y resonando dentro de la casa, es uno de mis recuerdo favoritos de ella). A través de los años mi aprecio por Carlota fue aumentando y hoy la reconozco como una de las personas más importante en mi crecimiento. 

Sin embargo, a pesar de su importancia mi vida, Carlota nunca se sentó a  la mesa con mi familia. Nosotros nunca visitamos su casa en Quetzaltenango ni supimos mucho de la vida de su familia. Y es que nuestra relación estuvo marcada por racismo y clasismo (aunque bastante sutil). 

Como bien he escuchado decir: “la ausencia hace que el corazón se vuelva más suave.” Así en los años que he vivido fuera de Guatemala he podido reconocer la distancia que hubo entre Carlota y yo, distancia que no nos permitió acercarnos como amigas, como madre e hija, como iguales. 

Por eso desde hace años comencé a planear nuestro re-encuentro: añorando la oportunidad para agradecerle por su amor sin medida y por todo su cuidado. Planeaba agradecerle porque nunca escuché un comentario de negativo salir de su boca; al contrario, “somos pobres, pero felices” es una de las frases que mejor recuerdo de ella y que aún me llena de ánimos cuando la recuerdo. Entre mis planes estaba también convivir con ella y conocerla mejor: compartir en sus tareas diarias en su aldea, aprender de su sabiduría ancestral y escuchar sus historias y experiencias. 

Pero como la vida no depende de los planes de uno, Carlota dejó de habitar este mundo sensorial a finales del año pasado y yo aun sigo a la distancia. Ésta dolorosa experiencia de de pérdida y distancia ha creado en mí la necesidad de entender mejor las relaciones de raza y clase en Guatemala y de buscar formas alternas de convivir. 

Reconocer los pensamientos y actitudes racistas en uno mismo es difícil e incómodo, pero es indispensable si queremos ser parte de los que construyen una sociedad equitativa y respetuosa. Además, como ladinos es nuestra responsabilidad llamarle la atención a otros ladinos cuando se comportan de maneras que perpetúan el racismo o lo normalizan.

Dentro de los círculos de activistas a los que pertenezco se le llama “liberación colectiva” al proceso de despojarse de actitudes opresivas (incluyendo las racistas, clasistas, sexistas, etc.), al mismo tiempo que se reconoce el privilegio que la sociedad le confiere a ciertas identidades. 

Este proceso conlleva rendir cuentas por nuestras acciones, escuchar a las experiencias de otros, y ser críticos de cómo nuestros pensamientos han sido influenciados por racismo o alguna otra clase de opresión social. 


A menos de que seamos honestos con nosotros mismos acerca de las dinámicas de poder que nos rodean y nos privilegian, y de que estemos dispuestos a reconocer nuestro sesgo e imparcialidad al entender la realidad del país, estaremos atrapados dentro de los mismos patrones de opresión que persisten en la sociedad guatemalteca y dentro de sus instituciones de gobierno. 

Depende de cada uno de nosotros hacer el esfuerzo de examinar las maneras en que cada uno de nosotros contribuimos a la continuación de muchos de estos “ismos” (racismo, sexismo, clasismo), aún más cuando es de manera sutil. Este proceso de liberación colectiva es constante, difícil y muchas veces no será reconocido por otros. Pero la recompensa es volverse una persona consciente de sus acciones y pensamientos y que no perpetua los ciclos de injusticia y opresión en el país.  

Tuesday, May 28, 2013

Yo Soy Racista

Hola mi nombre es Gabriela Maldonado y confieso ser racista.
No es que yo haya nacido siendo racista, sino que la sociedad en la  que nací me crió de esta manera: todo comenzó en la casa y en el colegio donde me enseñaron a verme como “ladina” a diferencia de “los indios.” Decir esto no es echarle la culpa a la sociedad por mis acciones e ignorar mi responsabilidad personal–no. Si hago esta confesión es porque reconozco que estoy mal, quiero cambiar, y estoy comenzando por reconocer y admitir mis errores.
¿A que me refiero con ser racista? Más allá de definiciones teóricas y análisis sociales de lo que significa el racismo, esto es lo que ser racista ha significado en mi vida:
Durante mi infancia y niñez asistí a colegios* privados (el Montessori por unos años y luego el Suizo Americano hasta que me gradué de bachiller). Todos los alumnos que yo recuerdo en esos colegios eran como yo, ladinos, no indígenas. Así fue como en mi concepción inicial de Guatemala, los pocos “indios” que existían en el país eran pobres, olían raro y trabajaban en el mercado, de jardineros o de muchachas (de hecho cuando estaba viviendo en Guatemala, la única persona indígena que conocí personalmente fue Carlota, quien vivía con mi familia y nos cuidó desde que yo nací hasta el momento en que por razones de salud se tuvo que regresar a su casa en el norte de Quetzaltenango, 20 años después. Pero de alguna manera Carlota nunca ocupó el mismo lugar que el resto de los indígenas–tal vez porque en la casa hablaba español y no usaba corte).
De los recuerdos que tengo de mi niñez existe uno que me persigue como fantasma y es una de las razones principales por las que escribo esto:
Eran como las 3 de la tarde e íbamos en el “bus” del colegio de regreso a la casa–el bus que subía a “Carretera”–y entre mis compañeros surgió una discusión de política. Tendríamos unos 11 o 12 años. Los detalles de la conversaciónn no los recuerdo, pero sí recuerdo las palabras de uno de mis amigos a los que más admiraba porque era muy pilas en todo. Sus palabras, en respuesta a la discusión, fueron las siguientes:
“Cuando yo sea presidente voy a ser como Ubico y no voy a dejar que hayan más ladrones: voy a mandar a matar a todos esos indios huevones que no sirven para nada.”

Hubo un corto silencio después de tan apasionada declaración, pero lo cierto es que nadie lo refutó. En mi interior sentí algo de rechazo en contra de la idea, porque “matar” no es bueno, pero no porque pensaba que “los indios” eran tan dignos como yo de no ser masacrados.
No pretendo analizar cómo es que la sociedad guatemalteca cría niños con deseos de matar a otros guatemaltecos (o ¿tal vez los “indios” nunca han sido guatemaltecos en la mente de algunos?), lo cierto es que sucede. Todos lo sabemos.
Años más tarde, en mi adolescencia, recuerdo caminar desde la parada del bus hacia mi casa y en el camino encontrarme con varios trabajadores domésticos: jardineros, guardianes, empleadas domésticas, choferes. Mi primera inclinación fue ser amable y saludarlos. Pero ese día en particular no estaba de muy buen humor y pensé que no tenía porqué ser amable. Me imagino que mis pensamientos han de haber sido algo como: ¿quiénes son ellos para merecer mi amabilidad y atención? ¿por qué molestarme en saludarlos?
Y así fue como ese día ignoré su presencia. Me sentí superior a ellos. Pensé que no eran ni dignos de un saludo. Claro que no creo haber tardado mucho con esos sentimientos dentro de mí, sin embargo, el hecho es que en algún momento sí pensé así.
Hoy me encuentro a cientos de kilómetros de Guatemala, en el sur de los Estados Unidos. Durante el último año he comenzado a involucrarme con la comunidad guatemalteca que vive acá.  He conocido a varios niños y sus familias siendo voluntaria en una escuela donde un gran porcentaje de niños son de familias que han emigrado para trabajar acá. Por el momento las familias que conozco provienen todas de pueblos en Huehuetenango; algunos hablan Q’anjob’al, otros Akateko y otros Mam.
Al relacionarme con estas familias me doy cuenta de lo poco que conozco Guatemala, en términos de diversidad cultural y no solo por sus paisajes. Al mismo tiempo salen a flote los muchos estereotipos y prejuicios que aún llevo dentro de mi y que aún necesito confrontar y eliminar.
Por eso he decidido ser honesta: aunque la honestidad lo pone a uno en una posición de vulnerabilidad y hasta cierto punto me incomoda.  Pero ser honesta respecto a mis errores, mis miedos, y mis debilidades es la única manera de poder crecer y madurar.
Hoy te reto a tomarte unos minutos para reflexionar y ser honesto contigo mismo… talvez también te atrevas a compartir tus reflexiones en la sección de comentarios.
¿Cual ha sido tu experiencia dentro de esta sociedad que nos enseña a ser racistas desde pequeños? ¿Cómo has confrontado estas barreras y limitaciones?

¿Qué se hace con el racismo?

Que en Guatemala hay racismo, es decir "hay gente racista", parece ser algo reconocido por la mayoría de personas dentro del país y en el extranjero. Ahora la pregunta es, ¿qué se hace con el racismo?

He vivido en Estado Unidos desde hace casi una década y pasé muchos años sintiéndome al margen de las conversaciones de racismo en este país. Según lo veía yo, al no ser ni de piel blanca ni negra no encajaba dentro del tradicional esquema de la supremacía blanca y la comunidad Afroamericana oprimida. Fue hasta al hacerme amiga de una muchacha Afroamericana que comencé a comprender mi posición dentro de la compleja red de privilegios y opresión que existe en la sociedad actual.

Tamara es una chica Afroamericana muy activa dentro de la universidad. Al comenzar a pasar más tiempo juntas me di cuenta que ella me veía a mí como una “persona de color” similar a ella. Esa fue la primera vez que pensé en mí misma y mis experiencias usando ese término. En los años que he estado acá siempre me vi como una “estudiante internacional” pero nunca me identifique como “persona de color” porque el color de mi piel no había sido de mayor importancia para mi identidad (lo que ahora reconozco como un “privilegio social”).

Siendo de una familia ladina clasemediera, aprendí que la gente como yo era “lo normal” (como lo relaté anteriormente). Y por lo tanto las demás personas en el país eran juzgadas, ya sea de manera consciente o no, en base a la identidad del grupo social al que yo pertenecía. Al crecer en Guatemala yo tenía una identidad social privilegiada.

De niña recuerdo haber escuchado a alguien describirme como “morena clara”, y por un par de años me pareció importante recalcar la segunda palabra. Pero al pasar el tiempo el color de mi piel dejó de ser una preocupación a tal punto que al venir a Estados Unidos no lo consideré como un factor que afectara mi relación con otras personas.

Otros elementos que evidencian mi privilegio social en Guatemala son mi idioma materno (español), religión (cristiana), orientación sexual (heterosexual), clase socio-económica (media), vestimenta (occidental), nivel y tipo de educación (universidad privada).

¿Qué entendés vos como privilegio social? ¿Podés nombrar los privilegios sociales que tenés en el país?

Al venir a Estados Unidos mi identidad ha estado sujeta a distintas medidas sociales. Es decir, acá pasé a tener una identidad social oprimida -- al menos en lo que se refiere a color de piel, características físicas y lugar de origen. Este cambio en mi posición social, del cual no me percate por varios años, es lo que me ha permitido entender lo que se siente vivir bajo la opresión las expectativas sociales de otras personas y del sistema social.

Este cambio también ha iluminado lo complejo que son las redes de opresión y privilegio. Así, mientras mi color de piel y características físicas me clasifican como persona de color -- una clasificación oprimida --, otros factores como mi nivel de educación y mi falta de acento al hablar inglés, me posicionan dentro de un nivel social más privilegiado que el de otras personas de color.

Aprender a ver la complejidad que existe alrededor de problemáticas sociales como el racismo ha sido un primer paso para comenzar a desmantelar los sistemas sociales de opresión y privilegio a nivel personal.

Descubrirme a mi misma es descubrirme en relación a este mundo y sus estructuras de poder, opresión y privilegio. No siempre he estado consciente de cómo el espacio sociocultural que habito, me ha oprimido (es decir, limitado, marginalizado e impedido ser). Asimismo, no siempre he estado consciente de la manera en que yo he oprimido a otros al participar inconscientemente en este espacio sociocultural que es opresivo.

Ahora mis ojos están abiertos.

Friday, May 3, 2013

Becoming Gluten-Free Gabo: A Daily Struggle

I feel very tired today and my body hurts. I also feel a bit sad and I could easily cry. My stomach is bloated too.

If you are around me often, you know that this is not an unusual thing with me. You see, my body is sensitive to gluten and this is how it reacts to it (kinda like having a gluten hangover).

I wasn't aware of my body's intolerance to gluten until last Spring, so for a couple years before that I was constantly sick and didn't know what was causing it. The worst part was that my partner at the time didn't believe I was sick -- he thought I was making it up!

It is hard to justify a sickness to someone else when there are no visible signs or (apparent) logical explanation. So for a while I felt isolated and misunderstood for I didn't know how to explain what I was experiencing or what was causing it.

But in the midst of desperation caused by the debilitating symptoms, I ended up reading about the possibility of being gluten sensitive, even if one wasn't fully allergic to gluten (i.e. celiac disease). So I experimented for a week by not eating gluten, which included not eating my favorite snack: Stacy's Pita Chips :( but wow, I was surprised by how great I felt that week! Since then I've been transitioning to a gluten-free diet, but most of the time it is still a struggle.

It's a relief to know what is causing my body and mind to feel this way. And yes, I could get rid of these feelings by not eating gluten but, you see, it's not that simple. This is my daily struggle. And sometimes if I don't plan in advance or if I have no other option when eating out, I end up eating gluten-full meals (basically anything that contains wheat and some other grains).

Besides, I'm still learning how to eat a balanced gluten-free diet. Not eating wheat based products means that I'm not consuming enough of certain nutrients, like fiber, iron and vitamin B. And so far I haven't been too good at taking care of that. It's a struggle, especially being in grad school and working part time -- I don't have time to worry about all this shit. But I know I can and will overcome it.

So today as my body hurts and I feel weak, both physically and mentally, I know it is not because I'm crazy or lazy or I'm making it up. Most importantly, I do not have to justify my symptoms to anyone. This is fucking how I feel and if you are not willing to believe me then I don't need you in my life.

In other news, I'm getting my first tattoo today :)

Tuesday, March 12, 2013

La luna no está sola

MMaldonado Photography
“La luna no está sola”, fue lo que pensé al ver la circunferencia lunar brillando en el cielo de agosto. Habían unas cuantas nubes alrededor de la luna, pero estaban más cerca de la tierra que de la luna. Y de allí no había nada más visible en el cielo. Solo la luna. Pero de alguna manera me di cuenta de que la luna no está sola en el espacio: si nos alejamos un poco más, veríamos que la luna está rodeada de planetas, otras lunas, estrellas, meteoritos y debris espacial. Si nos alejamos aún más, podríamos ver constelaciones y galaxias llenando el espacio en el que existimos.

El tampoco estaba solo, aunque creía ser un solitario. Por un lado estaban unos cuantos amigos y sus papás, tal vez hasta una exnovia que todavía se preocupaba en llamar. Y aún habían más personas que lo rodeaban. No como cuando uno sale al “mall” y está rodeado de desconociodos. Sino que, por ejemplo, en su casa estaba doña Rosi, que se levantaba siempre temprano a hacer el café y preparar el desayuno. O Don Gabriel que siempre cantaba al regar el jardín. Y si nos alejamos un poquito más, veríamos a Marta y sus hijos vendiendo en el mercado de ahí cerca. Y si nos alejamos aún más, encontraríamos a Pedro y sus primos que trabajan todo el día para cosechar los frijoles que comeremos mañana.
Asimismo nosotros nunca estamos solos. Aún sin amores, amigos o parientes cercanos, estamos rodeados por personas de “servicio” que hacen nuestra vida mejor, más cómoda. Pero me parece que desde pequeños se nos enseña a ignorar su presencia. A no saludar, no agradecer. ¿Qué tal estará su familia? O simplemente, ¿qué pensará del partido del sábado? O, ¿cómo afectó la lluvia sus cosechas? Pero no, parece que no tenemos tiempo para platicar con personas de cuyo trabajo dependemos tanto. Si tenemos que despertar a algo, que sea al reconocimiento de su presencia, a comenzar a hacer preguntas, a platicar, y a compartir buenos momentos.

Monday, March 11, 2013

G A B R I E L A

When I was little every time someone would call me "Gaby," my dad would intervene and clarify that my name was actually "Gabriela." Twenty plus years later I think I am going to start doing the same (yes, dad, you were right... :).

This is me tonight... my head was cold.
Usually I introduce myself as "Gaby" because it is easier for people (especially international folks) to pronounce and remember. But heck, that's not my name and I would really appreciate it if you took the time and effort to learn to pronounce and memorize my name. Repeat after me: Gah-bree-eh-lah. (We will work on the accent later--it's a Spanish name after all!) (Oh and the last names will come later as well--yep, I got two!).

So since we are talking about names, lets talk about the name of this blog and the reason behind it!

Let's start a few years back: Having gone through a break-up (one of those heartbreaking and never-ending ones) in the last months of 2007, the Spring of 2008 started for me as a time of possibilities. I was excited about being single once again and looked forward to what laid ahead of me. I particularly got excited after reading George Bernard Shaw's quote that reads "Life is not about searching for yourself. Life is about creating yourself," which in a way empowered me to become more intentional about the way I was living my life.

So I started :: creating gabriela :: in March of 2008 as a way to share thoughts and insights as I engaged in the process of "creating myself." 

Five years and two more break-ups later, here I sit on the floor of my room, in the 8th apartment I have lived in during my 8 years in Knoxville, excited to share with ya'll this never-ending process of self-creation as I recount the ways in which I have created and re-created this self of mine over and over again. (Of course, this is not something done "by myself" in isolation: there are material as well as ideological limitations and enhancers, plus all kinds of people influencing my life in both negative and positive ways. I hope to account for all of this in my future writings.)

But first I gotta admit that having a blog to share personal insights about life both fascinates me and intimidates me. It fascinates me because I long to share these insights with others and engage in meaningful discussions about life and the universe we inhabit. It intimidates me because it makes me vulnerable: Putting my thoughts out there for people to read means that people can judge, criticize or even ridicule me for what I write. Of course, it is also possible that people would find this interesting, helpful or at least entertaining. But it could be that no one ever takes the time to read my posts or to comment and that is also a bit frightening.

Lucky for me, I have been learning wonderful  lessons on "the power of vulnerability" through the talks and writings of Brene Brown (check her TED Talks on vulnerability and on shame; and her books).

According to her research (she is a storyteller-social worker), becoming vulnerable or "letting ourselves be seen" is fundamental to establishing meaningful relationships with others and creating community. So since that is something that I want more of in my life, "ta-da", here I go!