Thursday, August 2, 2012

Deja que el mundo te cambie



Existe un país en África que se llama Eritrea. La histórica nación de Persia es lo que hoy conocemos como Irán. En India la mano derecha se usa para comer y la izquierda para limpiarse en el baño. Las tribus de los indios de América del Norte todavía existen. En China no comen “galletas de la fortuna.”


Estas son algunas de las cosas que he ido aprendiendo desde hace siete años, cuando comencé a dejar que el mundo me cambiara. Y es que desde el 2005 he estado estudiando y viviendo en Estados Unidos junto a cientos de estudiantes de otros países.
Estoy segura de que si me hubiera quedado en Guatemala no sería la misma persona que soy hoy. Y a decir verdad, me gusta quien soy hoy. Aunque he vivido en la misma ciudad durante 7 años, he aprendido muchísimo sobre las personas y culturas de otros países a través de las amistades que he entablado con otros estudiantes extranjeros (y otro poco lo he aprendido en las clases). Al mismo tiempo este conocimiento, a través de mucha reflexión y autocrítica, me ha permitido aprender más sobre mi propia vida y de cómo está interconectada con la vida de los demás.
Tal vez suene muy lógico: conversar con personas que entienden la vida y el mundo de una manera distinta, te cambia. Pero no estoy hablando de una simple discusión con alguien que no está de acuerdo con uno. Es algo más profundo:
Para empezar, te hace cuestionar tus costumbres: Es la experiencia de vivir con alguien que no dice “Gracias” porque piensa que cada uno debería de hacer todo lo que esté a su alcance para ayudar a otros sin que se les pida “un favor”.
Además te reta a analizar la manera en que ves las categorías en las que dividimos al mundo (¿qué es pobreza?¿ qué es desarrollo?): Es compartir un apartamento con alguien que creció en un país donde el analfabetismo y la pobreza son prácticamente invisibles (Japón), o cocinar junto a muchachos becados por el reino del estado en el que crecieron (Saudi Arabia).
También hay costumbres y creencias ajenas que te influencian a un nivel subconsciente: Es sentirse incómoda al regresar a Guate cuando la gente se me acerca mucho al platicar, o entrar en una pequeña crisis existencial–a nivel de pensamiento social–al presenciar las elecciones en un país “primermundista” y darse cuenta que  los políticos son igual de mentirosos, manipuladores y corruptos que en nuestro tercer mundo (y la gente igual de crédula y superficial).
Finalmente, te lleva a reflexionar sobre todo lo que te hace falta aprender: Es conocer en un cafetería a alguien que no tiene ni la más remota idea de donde queda Guatemala pero que cree que el café guatemalteco es el mejor.
La acumulacion de estas experiencias me ha llevado, en varias ocasiones, a cuestionar el porqué de mis acciones y creencias, y siempre me reta a expandir los límites de lo que creo “normal” y hasta “posible.”
Cuestionamientos que van desde lo sencillo:
¿Por qué, si la ropa no se ensucia, no la podemos usar más de un día seguido antes de lavarla? o ¿por qué es socialmente obligatorio que las mujeres se rasuren las piernas pero no los hombres?,
hasta cosas más trascendentales:
¿Por qué, si el gobierno es el problema, no pensar en una sociedad que no dependa del gobierno? o ¿por qué, si estoy en contra de la violencia, debería de apoyar películas de superhéroes violentos?
 Estudiar en el extranjero es una invitación a dejar que el mundo te cambie, te transforme. Pero no es necesario viajar lejos para que el mundo y la diversidad de sus habitantes y sus historias nos comiencen a cambiar. En el lugar en el que ustedes viven, junto a vecinos, en su comunidad, ahí probablemente hay muchos detalles que aún desconocen:  tantas historias, tanta vida, tanta complejidad. Sin importar en donde estamos, si tomamos el tiempo para conocer nuestros alrededores, el mundo–la misma vida–nos comienza a cambiar.
“Deje el mundo cambiarle y usted puede cambiar el mundo”
~Ernesto “Che” Guevara
(Si quieren leer más sobre cómo estudiar en los Estados Unidos, les deje otra notita con más info.)

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